Ya conocemos la historia de Steve Jobs, el visionario que movió toda la industria tecnológica hacia el «futuro». Para muchos fanáticos de los productos Apple esta es una perdida demasiado fuerte, porque estamos acostumbrados a exigirle más y más a la manzana. Para quienes trabajaban con él, es una pena porque fue un líder que los motivaba a más. Para muchos es un desconocido y para otros simplemente fue un obsesivo.
No podemos negar que Jobs efectivamente fue un visionario, nos entregó velocidad, con un sistema operativo muy eficiente, computadores sin igual, llenó de música nuestros oídos con la gran calidad y capacidad del iPod, por si fuera poco, revolucionó el mundo de la telefonía con el iPhone, cambió la forma de leer y jugar con el iPad. Todo cambio gracias al «Touch» que le dió a los dispositivos. Fue pionero en todo, y lo mejor es que lo hacía con excelencia.
No solo fue un pionero con los productos que cada año lanzaba en los esperados eventos, ademas creyó en el potencial de hacer películas animadas en computador antes que cualquiera . Pixar es el ejemplo de eso, y cada vez que estrenan una película nos dejan deslumbrados.
Sabemos que en este minuto cualquier cosa es vaga y superflua, navegamos por internet y llueven miles de videos y biografías de Steve Jobs, todas tratando de ser más conmovedoras que las otras, como si conociéramos al ex CEO de Apple.
Para mi, Steve Jobs era un completo desconocido, es más, me apestaba la gente seguidora de Apple, porque se comportaban como snobs odiando todo lo que no tuviera la manzana. Lo que me parecía más terrible es que no entendieran que simplemente no es muy barato optar por un MAC por sobre un PC, o un noble reproductor de mp3 en vez de un iPod, porque simplemente no son productos muy accesible, económicamente hablando.
Cuando me titulé y entré a trabajar, los computadores de la agencia eran solo Mac, por el tipo de trabajo que realizábamos, y como diseñadores que navegamos por internet a destajo, es necesario un sistema que no sea vulnerable a los virus. Aunque al principio me costó acostumbrarme a los comandos, después de varios años trabajando en esa plataforma logré encariñarme, tanto así que me desesperaba usar un noble PC o aplicar algún comando y encontrarme con el menú de inicio abriendose a cada rato. Luego opté por el smartphone de Jobs, y estúpidamente se me hizo necesario tenerlo siempre, porque estar conectada paso a ser parte de mi rutina y porque la música es el soundtrack necesario en la vida, así que «maté dos pajaros de un tiro», teléfono y iPod de una, además de un mundo de aplicaciones que me facilitan la vida.
Después de ese proceso, sigo apreciando al PC, a los híbridos y smartphones, pero no puedo negar que cada nuevo juguetito que anunciaba el señor de jeans y beatle negro, me emocionaba y nacía en mi el deseo de tener ese producto en algún minuto. Nunca llegué a ser una groupie de Apple, que esperaba tener la novedad el mismo día del lanzamiento o hacer filas en el MacStore, pero si esperaba a obtenerlo cuando la economía me lo permitiera.
Después de conocer el último anuncio del iPhone 4S, debo admitir que quedé muy decepcionada, no por la velocidad, no por la mejora de su cámara, sino porque el señor Steve Jobs me acostumbró a esperar siempre lo mejor, siempre lo más novedoso, siempre lo que parecía sacado de «Minority Report«, siempre esperando más, porque me mal acostumbró a que con cada uno de sus anuncios me deslumbraría.
No puedo decir que extrañaré su personalidad, sería completamente falso porque no lo conocí , pero si diré que extrañaremos su liderazgo, su visión y su capacidad de sorprendernos y esperar siempre que todo sea «Make it Great«.
Gracias Steve Jobs, porque nos llevaste al futuro de alguna manera.