Por Paula Belén Contreras (@kuxcontreras)
Si hay algo que aprendí en la universidad pero por sobre todo, de los piños políticos, es siempre tener memoria histórica. Por lo tanto parto así:
Año 2015, Agencia ALTA, Pablo Courard director ejecutivo de la agencia Alta Comunicación en un artículo de Revista Sábado – ‘La vida sin filtro de las fashion bloggers’ – del diario El Mercurio, se refirió a la «falta de belleza física» de las mujeres chilenas.
“La moda es aspiracional. La belleza es aspiracional. Porque Chile es feo. O sea, es cosa de caminar por la calle. Somos una raza fea en general. De 10 mujeres, una quizás salva. Las fashion bloggers tienen un tema aspiracional, de cierto glamour, de estar en eventos que no puedes entrar”.
“Salen cabras nuevas todo el rato, quieren ropa, quieren fama y quieren lucas. Aunque las lucas son lo menos”.
Cabe destacar que después de esto ALTA Comunicación sacó un comunicado diciendo que revista Sábado redactó todo esto de manera insidiosa y obviamente esto no terminó ahí. La respuesta de revista Sábado fue digno de la frase “quien nada hace, nada teme”:
¿Cuál es el fin de traer nuevamente a la palestra este hecho tan pobre?
El fondo de sus palabras.
No crucifico a Pablo porque no es algo particular con él. De hecho, creo que tuvo la mala suerte de decir algo que simplemente su equipo de trabajo debía saber. Por eso mismo, no la agarro con él sino con el medio en general.
Quienes hemos trabajado y trabajan en medios de comunicación, saben como se mueve ese mundo. Saben que las palabras del señor Curad no son sólo de él sino de un sentir generalizado. Digo esto con propiedad porque fuí blogger. Quizás no la más famosa ni la más memorable, pero lo viví. Recuerdo como las agencias de medios te pedían compartir sus comunicados de prensa a diestra y siniestra a cambio de productos como si ese fuera el valor del trabajo.
Te tratan de comprar con productos porque eso es lo “único” que supuestamente quieres y necesitas ya que estas siendo “exclusiva”. Eso hace que te cuestiones si realmente lo que haces es un trabajo o no.
¿Que buscan estas agencias con “mi” medio entonces?
Mostrarle al mundo que el producto que promocionan a través de la “influencer” es lo que el mundo necesita.
En otras palabras, sacarle pica a quienes te ven y meterles el deseo de comprar.
Eso no me movió a mi ni mueve a muchas que han hecho un blog, un canal de youtube, una red para compartir de corazón las cosas que le interesan sin buscar pago o “recompensa falsa”.
En el gran y diverso mundo de bloggers existe de todo. Te puedes encontrar con personas que realmente tienen un espacio para ellxs donde van más allá de querer un producto o poder sacar rendición económica de su espacio, ya que es el lugar que tienen para poder hablar de sus verdaderos intereses. Es un sitio creado desde el amor, cariño y pasión.
También, existen varixs que llevan muchos años apelando a la buena ética, es decir, ser integrx a la hora de dar su opinión -ya sea de productos comprados y/o regalados u otras temáticas.
No está demás decir que no sólo está el mundo de las beauty bloggers sino que puedes encontrar espacios que hablan de comida, diseño, organización, moda entre otros.
Dentro de esa honestidad, conexión con la gente y las ganas de seguir mejorando, aparecen agencias, marcas, coolhunters que ven en esas personas un nicho importante para mostrar a sus seguidores los productos que promocionan, enviándoles los productos o pagando para que estos sean revisados y mostrados.
En esto no existe problema ya que el tiempo dedicado en desarrollar ese contenido que no fue ideado con antelación si debe ser remunerado de alguna forma, pero apelamos a la honestidad original y que aquella persona de una opinión real, ya sea buena o mala.
Obviamente dentro de esta gran masa existe gente que desea ser un bloguero o influencer solo por el interés de recibir regalos y no porque quiere ser un aporte real a la comunidad y compartir su opinión honesta, solo quiere ser parte de ese “grupo exclusivo” que ve en los stories. Lo anterior no es una deshonestidad per se pero sigue dándole de comer al accionar del hecho anteriormente relatado. #complice.
En mi caso, que era parte de un sitio más o menos chico, nunca me pude comprar bien ese cuento de ser exclusiva porque no lo estaba siendo y porque tampoco era mi interés -el encontrarme en pleno desarrollo de mi carrera, sociología, me ayudó a darme cuenta de todo esto-. Que me/nos invitaran a un evento era lo entretenido, pero después tenía/mos que pagar. Eso significa subir fotos, vender el producto a través de redes sociales haciéndolo algo deseable y vendernos a nosotrxs mismxs porque al final tú eres el producto de mayor valor, eres la marca detrás de la marca -algo que no alcancé a ser pero tampoco me dolió no serlo, de hecho que alivio-.
Hasta el momento todo suena ético y obvio. Ese es el trabajo. ¿Pero qué hay de perverso ahí?
Que te lo venden a tí. Te hacen desear algo a costa de la exclusividad y hacerte sentir mal. La envidia po’ niña. Es el deseo y la envidia.
Por eso cuando decía al comienzo que la memoria histórica es necesaria, es para dar cuenta de que lo que ese señor dijo se sigue repitiendo y ahora con mucha más potencia, especialmente por estos «nuevos blogs/canales/influencers» que aparecen buscando «regalos» a cambio de decir palabras lindas sin importar si realmente piensan eso o no.
Lxs instabloggers efectivamente son tratadxs como mercancía desechable porque “saben” que siempre hay alguien deseosx de ocupar ese lugar. Lo bueno es que aún quedan personas que no están interesadas en eso y suben el contenido que quieren compartir a sus redes sociales más allá de estar motivadxs por un intercambio de algo. Existiendo así espacios libres de ciertos mandatos.
Dentro de lo mismo, les cuento que el poder facturar lucas reales es difícil y es algo exclusivo para algunxs. Si la gente cree que te pagan dinero real con el cual efectivamente se mueve el mundo, en Chile aún no es así.
Muchas de las veces te pagan con productos porque ese es tu valor. Tu vales una invitación al evento “exclusivo” y la crema, nada más.
Tu ganai efectivamente esa falsa exclusividad y el ser popular para posteriormente convertirte en tu propia marca -nada malo contra eso pero tengo mis reservas-.
Junto con lo anterior, se induce a todas estas personas, ya con la mente cagada con tanto estereotipo, a sufrir aún más por un producto que generalmente no tiene tanto brillo pero es la novedad, así que ahí está el placer y la autodestrucción.
Cabe destacar que esto también le trastoca la mente en cierta medida a lxs bloggers/youtubers, ya que se ven afectados de manera personal con esta serie de imposiciones donde muchas veces -como me ocurrió a mí- dejan estos espacios por la presión. Por eso lo importante de ser fiel a unx y no al mercado. #leydevida.
Por lo tanto, toda esta parafernalia ultra excéntrica que se nos vende a través de instagram la mayoría de las veces, es un show más bien pobre y sin tanto brillo. En la mayoría de casi todos los casos -por no decir todos- se encuentra manoseados para causar una necesidad a costa de un sufrimiento, se trata de comunicar que no eres tan bellx ni exclusivo, que pena. No quiero que nos hagan vivir así, las marcas no valen nuestro sufrimiento. No hay que comprar tanto esa falsa sensación de lujo. No es real, es de mentira.
Es debido a lo anterior, lo importante cuidar y querer los blogs libres de estas lógicas. Son personas que no transan sus principios por una cosa, sensación y momento. No están dispuestxs a verse obligadxs a decir algo que no les representa ya que al final lo que dicen se supone que es lo que piensan o al menos así llega a quienes lo leen.
No son las personas que menciona Pablo Curad, esas son sólo una parte muy reducida pero las que causan mayor impacto. Eso es lo que nos quieren vender. Nos quieren hacer creer que somos fexs, que necesitamos algo más, que necesitamos eso que nos están mostrando porque así seremos hermosxs, estaremos completxs. Eso no es verdad, estoy completa. No me compro ni nos compramos la felicidad inmediata a través de un algo.
- Un producto no puede detonar nuestra complicidad.
- Un producto no nos puede comprar.
- Un producto no nos puede callar.
- Un “regalo” no nos puede obligar a mentir.