Por Ángela Díaz Camus @NegraCesante
*»Esta columna NO CONTIENE SPOILERS«
Voy a empezar contándoles que he escrito este artículo en mi cabeza más de 10 veces, por qué me duele hablar de The Newsroom, me duele porque el primer capítulo me dejó en estado de shock y emoción desbordante, pidiéndole hijos a Aaron Sorkin y predicando a los cuatro vientos que todo el mundo tenía que ver esta serie porque era “lo mejor de este año”… y semanas después, con más capítulos en el cuerpo, mi enamoramiento andaba a los puros botes.
The Newsroom cuenta la historia del detrás de cámara de un programa de noticias, con una mezcla osada de comedia y drama, diálogos casi perfectos y declaraciones de principios éticos al por mayor. Tiene tras de sí una excelente manufactura (HBO), la mano de Aaron Sorkin en los guiones y un impecable Jeff Daniels como hombre ancla. Las luces de la serie alumbraron muy fuerte desde el momento en que fue anunciada, un guión de Sorkin está siempre sobre la media de cualquier guión de televisión y la pura H de HBO asegura la fidelidad de gran parte de los autodenominados fanáticos de la TV.
La serie hace una apuesta arriesgada desde los créditos, los que se inician con una superposición de imágenes nostálgicas del periodismo de antaño que le avisan al telespectador, desde el minuto uno, que la serie vendrá cargadita a la cátedra periodística. ¿Una serie para periodistas? Lo sería si el guión no estuviera escrito por alguien tan capo, Sorkin es capaz de lograr que una historia de beisbol (Moneyball) se convierta en una lección de vida y, claramente, es capaz de mantener la atención de gente ajena al periodismo, así que no es requisito haber pasado por una facultad de comunicaciones para enganchar con esta serie, ahora si pasaron por allí, probablemente, el nivel de engrupimiento con la serie será más alto.
La segunda apuesta arriesgada está en los hechos noticiosos de la vida real que la serie decide tocar, The Newsroom se sitúa en el año 2011 y así se permite abordar hitos noticiosos que van desde el tiroteo de Tucson, en el que resultó gravemente herida una congresista a la captura del mismísimo Bin Laden, algo que les resultará ultra entretenido si se acuerdan de la historia y terriblemente frustrante si el único Tea Party que conocen es el de “Alicia en el País de las Maravillas”. Atento acá, la serie se centra constantemente en Republicanos versus Demócratas y tiene harta banderita con rayas rojas y blancas, no digan que no les avisé.
Y acá está uno de los principales problemas de The Newsroom, la elección de abordar hechos de la vida real obliga a la serie a dar enormes saltos temporales, en 10 capítulos (la primera temporada) transcurre más de un año y como la atención está puesta en los hitos periodísticos, los personajes quedan botados en el camino y cambian sus motivaciones de un momento a otro, sin mayores explicaciones.
Una lástima porque tiene tremendos actores y mucho potencial en los personajes, hasta ahora creados. Will McAvoy (Jeff Daniels) soberbio, sobreprotector, traumado, perfecto. Charlie Skinner (Sam Waterston) presidente de la división de noticias y dueño de un corazón más grande que la serie misma. Mackenzie MacHale (Emily Mortimer) intensa a decir basta, seca en la pega y un desastre en su vida (adorable a pesar de sus gritos). Jim Harper (John Gallagher Jr) el mateo soñado. Don Keefer (Thomas Sadoski) el malo/bueno de la película y en la punta de la torta una Leona Lansing (Jane Fonda) dueña y señora del universo. Pura materia prima que pinta para aplausos, lágrimas, risas y amor incondicional, pero que lamentablemente se pierde a ratos en un casi exasperante desorden.
Lo que enamora en el primer capítulo, empieza a hacer agua por todos lados en el capítulo dos, vuelve a encantar en un emotivo capítulo cuatro y se ve a la punta del cerro a partir del seis. The Newsroom es una serie inestable, llena de guiones deslumbrantes, pero que a ratos carece de identidad, entre el drama y la comedia parece no encontrar el punto medio y muchas veces se preocupa más de mostrar la absoluta perfección, rapidez e inteligencia de sus diálogos que de contar la historia de sus personajes.
Y acá es inevitable hablar de Aaron Sorkin, su creador, pues en todas las virtudes de la serie está su nombre y también, hay que decirlo, en todas sus fallas. Sorkin forma parte del grupo de guionistas y directores odiados por la crítica, quien en más de una oportunidad lo ha calificado de elitista, soberbio y egomaníaco. Algo hay de eso, Sorkin lo asume y se ríe de aquello; y por eso no llama la atención que en esta vuelta parezca estar “alimentando a los perros” con todo aquello que le critican.
The Newsroom es una serie que se plantea, a si misma, desde la cátedra y la lucha del bien contra el mal, lo que viene aparejado de grandes cantidades de soberbia, ego y paternalismo. Todo lo que critican es cierto, los personajes de Sorkin no titubean y caminan rapidísimo mientras pontifican sobre lo divino y lo humano. Todos los personajes quieren “cambiar el mundo” y la trama deja ver una línea editorial, tan evidente, que a ratos da un poco de rabia. Sorkin es un ferviente seguidor del partido demócrata y la primera temporada de The Newsroom bien podría ser calificada como una exitosa campaña pro Obama por más de algún amante de las conspiraciones. Pero, VAMOS, esto no debería ser una sorpresa para nadie, el sello de Sorkin y de aquellos que amamos su trabajo en Sports Night, The West Wing, La Red Social y Moneyball, es crear a idealistas de una pieza, tan extremos que sólo habitan en sus guiones y tan conmovedores que te pueden desarmar en una sola frase bien escrita. Y el que no se dio por enterado en el piloto cuando citaron largamente a Don Quijote, simplemente no quiere ver lo evidente.
The Newsroom es un serie que tiene lo mejor (y algo de lo peor) de Sorkin, pero que aun con todos sus detalles logra emocionar y sacar carcajadas, en una mezcla muy difícil, que cuando llega a puerto saca aplausos espontáneos y que cuando exagera cae en historias imposibles de ver sin un dejo de decepción y rabia.
Partí diciendo que me dolía hablar de The Newsroom y acá el por qué, la serie tiene muchas cosas buenas, más neuronas y mejores diálogos que el 70% de la tele actual, pero siendo muy sincera, a pesar de que el capítulo de cierre de esta primera temporada logró plantear una épica similar a la del piloto, la serie aún no logra un corazón que lata con ritmo.
Ahora en la disputa sobre verla o no verla, la balanza está absolutamente inclinada a verla, ya está confirmada una segunda temporada, el mismísimo Aaron Sorkin anunció la integración de nuevos guionistas y el final de la primera entrega nos dejó claro que tendremos The Newsroom para rato.