El jueves pasado y con casi dos años de retraso se estrenó al fin la última película de Alejandro Amenábar, famoso por películas como Tesis, Abre los Ojos y Los Otros, también ganador de un Oscar por Mar adentro como mejor película extranjera. Este cineasta español (sé que nació en Chile, pero es más español que el jamón serrano tío) ha tenido una carrera bastante notoria gracias a sus primeros trabajos en los cuales definió un estilo bastante alejado de estilismos europeos y mucho más cercano a la narrativa clásica norteamericana.
Con Agora continua esta senda en la que nos cuenta la historia de Hypatia, interpretada por Rachel Weisz, una filosofa, matemática y astrónoma que enseñaba sus conocimientos en la biblioteca de Alejandria en Egipto en el año 391 D.C. Ella hablaba de la gravedad y la redondez de la tierra en un tiempo en el cual aún no se descubría América. En paralelo se nos muestra como en el imperio romano se están forjando las distintas religiones como el Judaísmo y el Cristianismo. Es acá donde la película se detiene e inca el diente en mostrarnos como estas dos claras corrientes del pensamiento humano nacieron y se encontraron en sus inicios y cuál fue el resultado. Casi a modo de fábula se nos muestra a Hypatia como un símbolo de la humanidad frente a la decisión de optar por creer en la ciencia o la religión. Amenábar decide centrarse en estas disyuntivas teológicas o morales, como quiera verse, y se olvida un tanto de hacer cine.
Comparativamente con sus anteriores cintas Agora no presenta mayores riesgos audiovisuales ni estéticos y se siente absolutamente fría y demasiado cerebral. Solo consigue mantener el interés por el tema que se toca y aun así no logra desmarcarse de cualquier película que podremos sintonizar en la próxima semana santa.