Si fuiste a un colegio/liceo de mujeres o de hombres puede que sepas de que hablo.
Estudie en un liceo de nº en el centro de Santiago, la gracia de ese colegio simplemente era ser un colegio de niñas.
Habían tantas chiquillas queriendo estudiar ahí, esforzadas y estudiosas (por lo menos al principio), porque era un buen colegio gratuito. Solo podías entrar en séptimo básico, únicas matriculas permitidas, si alguien entraba ahí en primero medio u otro curso que no fuera el séptimo, se entendía que la «nueva» tenia algún pituto.
Bueno, una de las bondades de haber estudiado en el centro y en un lugar solo para chicas (casi 3000), era que a la salida se repletaba de chiquillos, de colegios de hombres.
Si una era «pava», como yo en mi adolescencia (aún me queda algo), no tenía gracia tanto hombre adolescente queriendo conocer mujeres para aprender a besar, de hecho lo único que quería después de clases era ir a mi casa a almorzar, dormir una hermosa siesta, despertar para tomar «oncesita» y ver Sailor moon. Así que dado mi perfil pasivo frente al cacerío estudiantil «LA CORRESPONDENCIA» fue la solución aparente para no sentirse tan antisocial.
¿En qué consistía?
Básicamente alguna compañera de tu curso u otro vecino mas «adelantada en el arte del coqueteo», más popular y con muchos amiguitos afuera, se ponía de acuerdo con un alumno de colegio masculino.
Hacían una lista de los chicos que quisieran «escribirse cartas» con las alumnas del curso de la «pingüina reina del prom» (que «picada» sueno) y listo.
Muchas veces, a lo largo de mis 6 años en ese liceo, aparecieron compañeras gritando en la sala «¿Quién quiere tener correspondencia con los cabros del 8-C del instituto nacional/u otro?», las que levantaban la mano, miraban la lista con los nombres, y el que mas te tincaba lo anotaban como su receptor de correspondencia.
¿Qué se escribía?
Era bien idiota en verdad, en la primera carta le preguntabas cómo era físicamente, dónde vivía, qué música le gustaba, si veía Dragón ball, y cosas así. Una enviaba su descripción, peso, estatura, color de ojos, pelo, etc. para ver si podías llegar a gustarle y juntarse después de clases. Las que eran románticas, a lo Laura de Carrusel, llenaban hojas y hojas con toda la información posible e imposible, a ellas les iba bien con los chicos porque siempre tenían algo que preguntar, usaban esquelas especiles, hasta las perfumaban, a otras, que no teníamos el don de la escritura, ni de la curiosidad, ni las ganas de perder una esquela linda, no tanto.
Era emocionante que te llegaran las cartas, eran todas superfluas y vacías, pero el hecho de recibir una carta, quizás la primera de nuestras vidas era memorable, escuchar a la celestina del curso decir tu nombre porque te había llegado «correspondencia» simplemente no tenía precio.
Nunca me junté con ningún chico, me aburría a la segunda carta y casi no sabía qué contar, si solo tenia 13/14 años, solo dormía y veía «monitos», ¿qué podía contarle?, «hola, ayer en el capítulo de Ranma 1/2 me dio pena Akane porque parece que sí quiere a Ranma y este no la pesca mucho»… Mmm, no!
A muchas les resultó «la correspondencia», pololearon con su amiguito nuevo en ese momento, no se si alguno de ustedes que vivió la experiencia tiene una historia positiva con esto, sería bueno que nos cuenten cómo les fue, sería lindo saber que si funcionaba.
Hoy en día, con el internet y smartphones es seguro que las técnicas escolares para conocer chicos cambiaron, solo nos queda esa memoria Nerd de aquellos tiempos en que escribíamos cartas en papel. Sí, estamos vieeejos!