Corrían los noventas en su mitad de camino, cuando el grunge y el britpop se peleaban el cetro de «buena música», cuando las mujeres se estaban olvidando de los pantalones cítricos y las poleras teñidas al más puro estilo hippiento era lo que comenzaba a reinanr, cuando en los colegios, la moda era llevar los cuadernos en la «estilosa» mochila de mezclilla Wrangler, ojalá con los tirantes biiiiiiiiien largos.
Era tan cool, que a fin de año los más populares las lucían llenas de firmas y dedicatorias con lápiz pasta o corrector liquid papper en lápiz (la novedad).
Qué días aquellos, en que una era tan chica/o, que sólo la hermana/o mayor tenía el privilegio, otorgado por los años, a tener la preciada mochila. Y si es que uno lograba colgarla en su espalda, era porque nos habíamos portado muy bien o sacado un 7 en la prueba coeficiente dos. Yo la tuve en negro por esta causa, pasando por dos «modas», 1) colgar los dos tirantes como debía, pero lo más extendidos que se pudiera, mientras más abajo la llevaba, mejor. Y 2) después que se dieran cuenta los ángeles de la moda que una se veía bien perdedora, se comenzó a usa en un solo hombro y bien cortita.
Muchos reniegan de la mochila, terrible en el invierno, porque se mojaba todo, y maravillosa porque combinaba con tu «tenida de mezclilla» dominguera.
Un clásico que, aunque hoy en día sería imposible que la use otra vez, marcaron la niñez escolar de muchos que se sentían tan seguros y con buen gusto, sólo por llevar la Wrangler en la espalda.
¿La usaste? ¿Te la dedicaron?