Cuando entro en pánico por culpa del stress, la rutina, las estaciones me doy como sea, un micro tiempo para dibujar y así llenar los espacios de ansiedad con la alegría tropical que me provoca el diseño.
Hoy quiero compartir con ustedes, algo que se me ocurrió en un momento de colapso, que claramente no invente ya que me imagino a los japoneses haciendo esto desde tiempos inmemoriales: Ponerle caras a las cosas [y eso incluye la sonrisa]
Cuando pasas tanto tiempo en un trabajo, se hace imperativo el estimulo positivo, el momento de buena onda que te potencia. Soñando en positivo con mi colega “implementamos” una cara al refrigerador de la oficina. ¿Para qué? Para no olvidar que el diseño puede mejorar tu calidad de vida y para recordar siempre que las sonrisas son gratis y un ejercicio facial muy efectivo.
Aplicando toda la ñoñez y ternura de nuestros corazones, dibujamos, luego vectorizamos e imprimimos el diseño, para luego pegarlo con Masking tape y mucho cuidado.
Les dejo el archivo para que ustedes, si así quieren, también lo puedan hacer en su lugar de trabajo o en sus casas, es simple y efectivo. Te aseguro que al verlo generaras un momento especial y esa alegría cotidiana que hace tan bien para el alma.
Pd: elegimos el refrigerador porque conceptualmente es un elemento interesante. Al ponerle rostro y abrirlo a diario para sacar de sus interiores nuestro alimentos expresábamos nuestro sentir zombie.