Todos lo han notado, lo han estudiado y lo han reafirmado, estar todo el día con los dispositivos móviles conectados en las redes sociales, chateando con quien sea, nos aparta de lo que está pasando en «la realidad».
No es novedad, si igual nos molestamos, o por lo menos eso me pasa y trato de no hacerlo, cuando estamos con una amiga o amigo conversando y este está todo el tiempo revisando y contestando correos, whatsapps o quién sabe qué.
Igual creo que casi todos hemos caído en esa «falta» alguna vez, y si hago un análisis de lo que me pasó cuando tuve mi primer dispositivo, puedo decir que sí cometí «pecado».
Claro, pasar de un celu «almeja» que apenas contestaba, porque nunca lo escuchaba y si se me quedaba en la casa me daba lo mismo, a un smartphone con aplicaciones, juegos y redes sociales… nunca más los solté, nunca más se me quedó en la casa y ya veía las llamada. Y en ese comienzo, bien hiperventilado donde casi ni le hablaba a quien estaba enfrente, pasó.
Fue como la primera etapa de tener un juguete nuevo que no lo soltaba por nada, igual me duró un buen tiempo la «idiotez celular», hasta que se me pasó. Ahora sigo conectada, pero ya no pendiente en todo momento del telefonito, lo uso en modo silencio siempre, desactive la mayoría de las notificaciones (eso sigo odiando, cada notificación que aparece con su numerito encerrado en un circulo rojo, DEBE desaparecer) y ya no contesto chats ni nada si estoy con alguien, por respeto y aprecio a su compañía. Pero eso fue un aprendizaje, un aprendizaje a convivir y relacionarme con esta hiperconectividad, por eso entiendo un poco a la gente que no se despega nunca porque asumo que es un novato en el terreno y que se le pasará. Claro, hay gente ¡pastela! que no se le acaba nunca y eso ya es descortesía social.
Entendemos ese punto, y no quiero llenarlos con datos de estudios que lo digan, que estamos más torpes para socializar cara a cara, porque eso ya lo sabemos, sino que hoy quiero decirles a los pegado que paren con el telefonito cuando estén con alguien enfrente y también darle las gracias por salvarme en momentos incomodos.
Verán, a veces uno no conoce a nadie en un lugar que fue invitado, está solo esperando a alguien o lo dejaron solo con gente que no le cae bien, en esos momentos es GLORIOSO tener un dispositivo que te salve, te pones a revisarlo y ya no estas solo ni debes hablarle a quien no quieres, menos por obligación. Me ha pasado tantas veces, donde estoy sola y me cuesta un poco introducirme, al principio (luego hablo sin parar), en un grupo, siento que ya da lo mismo porque estoy igual «con gente». Es como un salvavidas temporal a momentos de incomodidad, incluso te abstraes, te olvidas e ignoras quienes están ahí.
¡Siempre hay un lado bueno en todo!
Sí creo que debemos socializar frente a frente sin interrupciones digitales, pero también agradezco poder desaparecer o ignorar al resto a través de la hiperconectividad.
¿No les pasa lo mismo?