El Discurso del Rey

Cuesta ver una película completamente desprejuiciado después de tanta pompa en torno a ella. Las expectativas al momento de ver una película son muy peligrosas. Ya me paso este año al ver Black Swan.  Había leído y me habían dicho maravillas hiperbólicas sobre ella y para cuando la vi me quede de una pieza esperando la maestría que nunca llego. La conclusión es que las expectativas  pueden mermar sustancialmente la percepción que uno tiene sobre una película.   


 Difícil es ser justos con la película de hoy pero lo intentaré, ya que The King’s Speech acaba de recibir los principales premios de la Academia y se está transformando en la película más comentada y alabada por estos días. La historia trata sobre el proceso por el que pasó el Rey Jorge VI cuando antes de asumir el trono  debe tomar clases de fonoaudiología con un actor venido a menos para superar su notoria  tartamudez.  Se nos presenta la clásica y  típica historia de superación donde nos muestran a este monarca en su lado más frágil tratando de parecer lo más fuerte y “real” posible, ayudado por su esposa  la reina, el profesor y sus poco ortodoxas técnicas. Llama la atención como el personaje centra sus cuestionamientos y problemas en su “discapacidad” por sobre sus labor pública. Por ejemplo, al dar su discurso sobre  la incorporación de Inglaterra a la Segunda Guerra Mundial, su sequito  real y plebeyos solo aplauden el valor de este por lograr articular dos páginas de corrido, un chiste si tomamos en cuenta el conflicto en el que se estaban metiendo en comparación con los grandes «problemas» que un  personaje de la realeza puede tener. En definitiva algo que ya hemos visto mucho mejor en cintas como Karate Kid, o sea nada nuevo bajo el sol en una película absolutamente anticuada y noventera, clínicamente realizada para lograr estatuillas y casi sin ningún riesgo audiovisual o estético, como los clásicos de Miramax en su gloriosa época (excepto algunas claro).  Pero si en algo radica el éxito de esta cinta es en las actuaciones, destacando a los dos actores principales Colin Firth como el tartamudo rey y Geoffrey Rush como su señor Miyagi.  Creo que como miniserie de HBO hubiera funcionado a la perfección.


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