¡Los científicos han descubierto finalmente los secretos genéticos de nuestros compañeros más íntimos: los ácaros Demodex folliculorum, también conocidos como ácaros de la piel! ¿Sabías que estos diminutos bichitos tienen un ano, a pesar de lo que se creía anteriormente? Además, los estudios sugieren que no son tan perjudiciales como se pensaba y que están evolucionando hacia una relación simbiótica con nosotros, ¡lo cual podría beneficiarnos!
El Demodex folliculorum es una de las dos especies de ácaros que viven en nuestro hogar, junto con el Demodex brevis. Estos ácaros son arácnidos, más emparentados con las garrapatas que con las arañas. Pero son los ácaros D. folliculorum los que generalmente se establecen (y se reproducen) en nuestros rostros. Estas criaturas gorditas y con forma de gusano viven alrededor de dos o tres semanas, durante las cuales se alojan en nuestros poros, se aferran a nuestros folículos pilosos y se alimentan principalmente del sebo, la sustancia aceitosa que produce nuestro cuerpo para proteger e hidratar la piel.
Aunque prácticamente todas las personas del mundo tenemos nuestra propia colección de ácaros, todavía hay mucho que no entendemos sobre ellos. Pero un nuevo estudio publicado recientemente en la revista Molecular Biology and Evolution ha logrado secuenciar por completo el genoma del D. folliculorum, lo que nos ha brindado información valiosa sobre su funcionamiento interno.
Algunos investigadores habían sugerido que estos ácaros carecían de ano. Según esta teoría, sus desechos fecales se acumulaban dentro de ellos durante toda su vida y solo se liberaban cuando morían. También se especulaba que una gran cantidad de ácaros podía causar una afección cutánea llamada rosácea, tal vez debido a las bacterias que se liberaban en una explosión de excremento al morir el ácaro. Sin embargo, este nuevo estudio ha confirmado que los ácaros sí tienen un ano.
El Demodex es un género de ácaros que incluye dos especies principales: Demodex folliculorum y Demodex brevis. Estos ácaros son microorganismos que viven en la piel de los mamíferos, incluyendo a los seres humanos. Son particularmente comunes en áreas como el rostro, el cuero cabelludo y los folículos pilosos.
Alejandra Perotti, una de las autoras del estudio e investigadora en la Universidad de Reading en el Reino Unido, señala que la presencia aumentada de ácaros en personas con rosácea u otras afecciones de la piel podría ser simplemente una consecuencia de la afección, no necesariamente su causa. Si los ácaros no dejan grandes cantidades de excremento al morir, entonces no está claro cómo podrían hacernos enfermar. Otros estudios han encontrado una conexión entre los ácaros y la rosácea, aunque es posible que los ácaros sean solo uno de los muchos factores desencadenantes involucrados.
El equipo de investigadores también descubrió que estos ácaros han evolucionado para volverse increíblemente «perezosos» desde el punto de vista genético, gracias a su relación simbiótica con los humanos. Comparados con otras especies relacionadas, tienen un genoma muy simple y parecen sobrevivir con el mínimo indispensable de células y proteínas necesarias para funcionar. Incluso sus patas están impulsadas por una sola célula muscular cada una. Han perdido la capacidad de sobrevivir a la luz ultravioleta, por eso se refugian en lo más profundo de nuestros poros y solo se mueven y se reproducen por la noche. Además, parecen haber dejado de producir su propia melatonina y la obtienen de nosotros.
Estos ácaros también se transmiten de madre a hijo, a menudo a través de la lactancia, lo que resulta en una diversidad genética relativamente baja en las poblaciones. Sin depredadores naturales ni competencia entre sus huéspedes, estos ácaros llevan una vida bastante protegida, lo que sugiere que podrían perder aún más genes con el tiempo.
Los investigadores teorizan que estas características podrían llevar a la eventual desaparición del D. folliculorum como una entidad distinta. Aunque este proceso se ha observado en las bacterias, nunca se ha documentado en un animal. Es posible que en el futuro, los ácaros ya no vivan como parásitos externos en nuestra piel, sino que se conviertan en simbiontes internos. Tal vez estemos presenciando esa transición en este momento, aunque es probable que lleve mucho tiempo completarse.
Independientemente del futuro que les espere a estos ácaros, los científicos sugieren que podrían estar realizando una función beneficiosa para nosotros en la actualidad. Por ejemplo, podrían ayudar a limpiar la piel de células muertas y otros materiales en exceso, al menos cuando sus poblaciones se mantienen bajo control. Perotti también espera que esta investigación brinde un conocimiento más preciso sobre nuestros compañeros permanentes, a quienes se les ha atribuido la culpa de nuestros problemas de piel durante mucho tiempo.
¡Los ácaros de la piel son mucho más interesantes de lo que creíamos!