Deepfakes bajo control: Dinamarca propone copyright facial

Tu cara, tu voz… ¿con derechos de autor? Dinamarca dice que sí, y ojalá el resto del mundo también

Esto que está pasando en Dinamarca es como para levantar las cejas y aplaudir de pie. Resulta que están proponiendo una ley que, en palabras simples, pondría bajo copyright tu rostro y tu voz. Sí, así como si fueran una canción, un libro o una pintura. ¿El objetivo? Frenar el uso de deepfakes, protegernos de estafas, fake news y otros delitos digitales que ya están a la orden del día.

La idea viene del Consejo de Ética de Datos de Dinamarca, que básicamente dijo: “Las caras y voces de las personas deberían tratarse como propiedad intelectual”. Y tiene todo el sentido del mundo. Hoy cualquiera puede usar una IA para clonar tu voz, poner tu cara en un video, y hacerte decir lo que sea. Suena loco, pero es más común de lo que creemos.

Uno de los que lidera esta iniciativa es Per Bruun Brockhoff, presidente del consejo, quien fue súper claro:

“Las voces y caras son extremadamente personales. Si no las protegemos ahora, vamos a ver un abuso brutal de las identidades digitales”.

Y sí, esto ya se está viendo. Gente siendo suplantada en estafas telefónicas, videos falsos donde celebridades “dicen” cosas que jamás dijeron, y hasta políticos siendo imitados en clips falsos con fines manipuladores. El nivel de realismo que alcanzan los deepfakes es tal, que ya ni los expertos logran detectarlos fácilmente.

¿Y qué haría esta ley exactamente?

Pues obligaría a las empresas tecnológicas a pedir consentimiento explícito antes de usar tu rostro o voz para entrenar modelos de inteligencia artificial. Es decir, nadie más podría clonar tu identidad sin tu permiso. Y si lo hacen, se exponen a consecuencias legales. Punto.

Ahora, aquí va mi opinión, porque de verdad no me puedo quedar callada: esto debería estar legislado en todos los países ahora ya. No mañana. No “cuando se estudie más el tema”. Ahora.

Porque no solo se trata de proteger nuestra privacidad, sino también nuestra seguridad, nuestra credibilidad y hasta nuestra dignidad. Esta ley no es una exageración, es una necesidad urgente en un mundo donde los límites entre lo real y lo falso ya se están desdibujando peligrosamente.

Así que gracias, Dinamarca, por abrir el camino.

Ojalá más gobiernos tengan el coraje de seguir ese ejemplo, y no esperen a que ocurra una catástrofe para reaccionar.

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